mejor fichaje

sábado, 5 de febrero de 2011

COMO DEBE DE ACTUAR UN ENTRENADOR:


                                       DIRECCIÓN EFICAZ DEL EQUIPO:.



Es el aspecto que más peso tiene en la valoración que los jugadores hacen de
su entrenador. Cómo gestiona diariamente la dirección del equipo es un factor
determinante en la aceptación o rechazo por parte de los jugadores hacia su
entrenador. Esperan de él que sea un buen “psicólogo”. La credibilidad del entrenador
en gran medida depende de cómo “lleva el vestuario”.
Dentro de la dirección del equipo están bastante claras aquellas características
que acercan más al entrenador hacia sus jugadores. Éstas son las siguientes:
 Respeto personal. En la sociedad actual ya nadie tolera que se le falte el
respeto o que se le hiera el amor propio, menos aún delante de otras
personas. Nunca está justificada la falta de respeto, ni siquiera producto del
enfado.
 Actitud de ayuda. El jugador necesita sentirse valorado y apoyado por su
entrenador. La exigencia no debe estar reñida con la inquietud de ayudar a
que el jugador y el equipo crezcan en su dominio del juego.
 Generador de climas afables. El entrenador debe favorecer un clima  afable
en la relación con los jugadores y el resto del cuerpo técnico. El entrenador
debe mostrarse cercano pero no muy próximo, nunca tratando de ser uno
más o un colega. Tampoco puede mostrarse distante, incluso generando
cierto temor. Desde la cercanía y la cordialidad hay que ser muy exigente, lo
que no está exento de dificultad.
 Comunicación asertiva. El entrenador ha  de mantener una comunicación
asertiva  con los jugadores,  hablar claro pero  de forma respetuosa. Sus
mensajes deben ser claros, concretos y concisos. Debe decir lo que piensa y
hacer lo que dice. No debe regalar al jugador aquello que piensa que quiere
escuchar pero que luego es difícil de cumplir. Menos aún utilizar argumentos
retóricos y huecos que persiguen quedar bien no diciendo nada.  Es
conveniente hablarle al jugador de forma clara y directa, exponiendo los
hechos pero nunca juzgando sus intenciones ni valorándole como profesional
y como persona.
 Justicia en las tomas de decisión. El entrenador toma muchas decisiones.
Éstas no pueden ser percibidas como arbitrarias  y poco equitativas. En las 3
decisiones el entrenador ha de aparecer como “justo”, tomando decisiones
que atienden a criterios claros y objetivos y en las que no se casa con nadie.
 Coherencia con los valores propuestos. En su comportamiento y en sus
decisiones el entrenador debe mostrarse coherente en los valores que trata
de trasmitir al grupo. Ha de ser un ejemplo para ellos. El joven de hoy está
suficientemente  formado a nivel personal y detecta fácilmente  las pequeñas
contradicciones en que cae su entrenador, lo que le va apartando de él.
 Gestor de las “disidencias”. Es imposible que al entrenador le siga la
totalidad de los jugadores de su equipo, que todos estén satisfechos, que
interioricen todos sus valores y propuestas. Es normal, por tanto, que surjan
las discrepancias, incluso las disidencias. El entrenador debe saber
gestionarlas de forma que ayuden a reforzar los valores compartidos y
favorezcan el crecimiento del equipo.
 Saber manejarse en su margen de maniobra.  El entrenador tienen que
saber convivir con situaciones que le pueden incomodar pero que no está en
sus manos resolver o cambiar. En este sentido debe ser tolerante para vivir
en un mundo “imperfecto”. Las polémicas acaban por perjudicar al equipo,
pero lo absurdo es que  resulten  estériles porque se refieran  a situaciones
sobre las que es muy difícil actuar y más aun cambiarlas.
 Equilibrio emocional. El entrenador es esa referencia a quien todos miran
desde el interior del vestuario. Es necesario que contagie su equilibrio
emocional al equipo. Tras varias victorias ha de mostrarse prudente,
comedido, tranquilo, satisfecho y debe frenar la alegría desmedida o la
euforia; tras una racha de derrotas ha de trasmitir tranquilidad y confianza
tanto en el trabajo de entrenamiento como en la capacidad del equipo, ha de
mostrarse optimista y convencido de revertir la situación. Ante la dificultad
todos los jugadores van a mirar a su entrenador para ver cómo es capaz de
gestionarla.
                               MOTIVAR / CREAR CLIMAS DE RENDIMIENTO:

Hay muchos entrenadores que “sufren” la competición y lo peor es que se les ve
cómo la sufren. Son entrenadores más orientados a no perder que a ganar. A éstos les
cambia el carácter en torno a la competición. Se muestran de otra  forma a como son
habitualmente, nerviosos, serios, muy habladores sobretodo recordando instrucciones y
dando pautas para el partido…
El rendimiento es un estado de ánimo. El entrenador debe conocer cuál es el
estado ideal de ejecución o de rendimiento. Y debe saber acercar a sus jugadores y al
equipo hacia él. Debe crear climas de rendimiento en el vestuario sabiendo mover las
emociones individuales y colectivas.
Al rendimiento se llega desde emociones positivas (claridad de la tarea,
autoconfianza respecto a su ejecución, ilusión, disfrute, ambición), mientras que se
aleja desde emociones negativas (responsabilidad, urgencia, necesidad, obligación,
ansiedad, temor, enfado).   4
El entrenador  ha de ser como un “alquimista” capaz de crear la pócima anímica
que invite a liberar el talento individual y colectivo. ¿Qué ingredientes maneja el
entrenador para crear el clima ideal de rendimiento?
 Claridad de la tarea y sentimiento de competencia. El entrenador debe
trasladar a cada jugador, cada línea y al equipo aquellos automatismos que
le permitan jugar de “memoria”. Esto es el resultado de muchas horas de
entrenamiento. El equipo va construyendo poco a poco su patrón o sistema
de juego.
 Reto o desafío asequible. El entrenador debe traducir el objetivo ante cada
partido como un desafío o un reto asequible, ni demasiado fácil ni
excesivamente difícil de lograr. La dificultad que plantea cada rival debe ser
expuesta de forma que el equipo  la sienta como un auténtico desafío. Ante
una situación percibida como desafío el sistema nervioso autónomo activa la
producción de cortisol
Una habilidad que los entrenadores necesitan desarrollar es convertir en fácil
lo difícil y viceversa.
 Vivir y sentir el duelo o enfrentamiento con un rival. Competir consiste en
un duelo en el que superas al rival o él lo hará contigo. El deportista te dice
que “matas o te matan, no hay término medio”. Lógicamente las armas para
superar ese duelo con el rival son el esfuerzo, el trabajo bien hecho y saber
competir. Vivir el partido como un duelo ayuda a que el sistema nervioso
libere la adrenalina necesaria para imponer el trabajo al rival hasta superarle.
 Autoconfianza individual y colectiva. Es necesario que el jugador y el
equipo se sientan competentes para desarrollar su trabajo hasta imponerlo al
rival  y  lograr superarle. Un entrenador con dudas respecto al rendimiento
potencial del equipo lo acaba limitando o frenando. Valorar las cualidades del
propio equipo, clarificar la tarea, identificar los puntos débiles del rival y
traducir  las posibles  dificultades  que pueda plantear en soluciones, son
aspectos que potencian la autoconfianza colectiva.
 Valores relacionados con “saber competir”. Competir supone tener mente
de superviviente. Tras la idea de competir está el valor de la superación.
Saber competir supone un proceso en el que se van superando diferentes
etapas: 1) superarse a sí mismo; 2) superar al compañero; y 3) superar al
rival. Los competidores fiables son aquellos que recorren todo el proceso,
que compiten cada día para tener garantías de poder competir los
“domingos”; los que compiten solo en los partidos son  competidores  poco
fiables.
 Valores “compartidos” por el equipo. Educar determinados valores en el
equipo facilita que el equipo se acerque al rendimiento óptimo en los partidos.
Recomiendo potenciar al menos los siguientes valores: 1) la importancia y
protagonismo del equipo; 2) conducirse siempre, cada día, desde el máximo
esfuerzo; 3) saber competir o tratar de superar siempre cualquier dificultad o
adversidad; y 4) buscar el acierto o la eficacia en cada acción, tanto
entrenando como compitiendo.5
 Máxima exigencia. El equipo está mejor preparado para la competición
cuando convive diariamente con un elevado nivel de exigencia por parte de
su entrenador. No está reñida la exigencia con un trato cordial o afable. El
entrenador actual debe exigir con argumentos que se apoyen en la utilidad
individual y colectiva y no en la autoridad o la imposición.

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